Ayer fue un día completo, día comansi [esto, si tienes menos de cuarenta y cinco años, lo más normal es que no sepas de qué va]. Así que, es complicado elegir tres momentos, pero allá vamos.
1.- Vi un corto-documental sobre Córcega que me hizo preocuparme, sonreír y hasta me puso un nudo en la garganta. Tuve la suerte de compartirlo con su directora, en medio de tés, chocolates y tostadas multicereales con aceite y tomate. Una buena forma de empezar una mañana que ya llevaba cuatro horas en marcha.
2.- En el gimnasio estaba muy perezoso. Y todo el mundo decidió ayudarme a encontrar excusas para no hacer ni el huevo. Para empezar, en el vestuario, un abuelete rijoso, cashondo y golferas pegó la hebra y casi me desternillo con él. Me dije a mí mismo que de mayor TENGO que ser así. Después, un monitor que tiene una niña de seis meses [además de otra hija de diecinueve años y un hijo de dieciocho!!! ya he escrito sobre él en alguna ocasión] me estuvo hablando de sus vástagos. Es increíble el orgullo que sienten los padres [o sentimos]. Estuve a punto de pedir una fregona para recoger tanta baba caída.
3.- A última hora de la noche, me llegó un mensaje con una frase de mi hijo y decidí que el día había sido redondo. Dos veces.
Aparte de esto, cociné por la noche [muy de noche, por cierto], hablé con un sensei anónimo, disfruté con la pasión de una persona con su “empleo”, reconfirmé que hay gente por ahí que hace que las empresas sean grandes, que el mundo está lleno de individuos con ganas de hacer cosas de forma desinteresada, me reí un montón con un cruce de mails, sentí que habíamos hecho bien un trabajo, desayuné-comí-cené para que nadie me pueda decir que no me cuido, pasé un rato muy agradable con alguien a quien aprecio mucho, pedí un favor y me dijeron que sí…
En resumen, un día para
Posted on October 29, 2014
0